De mi tierna infancia tengo la imagen de las tardes de navidades en casa de mi Abuela, todos los primos jugando a un juego de mesa que sólo ella tenía y del que jamás vi algo parecido: EL JUEGO DE LA BUENA EDUCACIÓN. No recuerdo muy bien cuáles eran las reglas del pasatiempo en cuestión, pero sí que siempre ella acababa llamándome la atención a mí porque era escandalosa con mi mal perder, y me decía "eres la mayor, debes dar ejemplo".
Los modales me los enseñaron en casa a base del tan consabido ejemplo, del fallo y la repetición; pero con ese juego se me quedaron grabados ciertos procederes, como que hay que servirse el filete que te toque más cercano en la fuente, que cuando vas a jugar a casa de un amigo lo primero es saludar a sus padres, que las galletas no se mojan en el té de las 5, que a las personas más mayores que tú SIEMPRE hay que tratarlas primero de usted, que cuando se está invitado a comer en una casa hay que llevar algún detalle para la anfitriona y que con el GRACIAS es mejor pecar por exceso que por defecto.
Como a mí me corregían mucho lo del GRACIAS después de contestar NO, también les confesaré que dentro de mi mente infantil debí interpretar que el ´NO, GRACIAS´ era la única fórmula posible para ser educada cuando a una le hacían un ofrecimiento en lugares ajenos al hogar familiar -véase en fiestas de cumpleaños o en casa de los primos/amigos (cuyos padres habías saludado nada más entrar, de algo había servido aquel juego de la Abuela), por aquella época así de interesante era mi ajetreada vida social- : Leer +